sábado, 19 de marzo de 2016

¿Evolución? el antes y el ahora en la tarea de ser papá



“El padre tiene la doble misión sagrada de sustentar y educar a sus hijos”, comenta Ramón (nombre ficticio), un padre y abuelo, en relación a la función del padre dentro de la familia y la sociedad; y es que el padre, tradicionalmente, ha sido la figura socialmente aceptada como jefe de familia y por lo tanto, los resultados de la conducta de los hijos se orientaban al padre y podían significarle a éste orgullo o vergüenza.

Por ello, el padre era el encargado de inculcar y consolidar los valores socialmente aceptables en los hijos. Una labor complicada debido a que el padre, al ser el proveedor de la familia, contaba con poco tiempo para pasarlo con los hijos por lo que en otras épocas la mayor parte de la labor de crianza de los hijos, recaía en la madre. Sin embargo, ese aspecto clave de inculcar el respeto, según lo consideran los padres de antaño, los que ahora son abuelos, le correspondía al padre.
“El padre es el que tiene la responsabilidad de inculcar los valores en sus hijos a partir del respeto, de ahí vienen valores como la honestidad, responsabilidad, humildad”, explica Carlos (nombre ficticio), quien pide conservar el anonimato y es padre de dos hijos, además de abuelo. Por ello, considera que tiene elementos para comparar la educación que le dio su padre con la que él dio a sus hijos y con la que éstos dan a sus nietos.
Su padre fue un hombre estricto, según recuerda, y le inculcó como principales valores el respeto a los mayores, del cual se desprendían las buenas maneras de saludar, pedir disculpas, pedir permiso o ceder el asiento a una persona mayor o a una mujer.
El horario clave era la hora de la comida recuerda don Carlos, ya que era una hora muy respetada en la que toda la familia debía sentarse a la mesa y esperar al padre que llegaba del trabajo.
“En esa hora se hablaba, el padre compartía con los hijos, se enteraba de lo que hacían y les educaba mientras charlaban”, rememora.
Don Carlos dice que él, personalmente, no recuerda haber sentido miedo de su padre, sino un profundo respeto. “Yo no salía sin permiso ni llegaba tarde a mi casa, no por miedo, sino porque no quería que mi papá se aflija”.
Para los padres de antaño el ejemplo fue la clave de la educación de los hijos. “Mi papá tenía un dicho – comenta Ramón. ‘Lo único que les dejo a mis hijos como herencia es la honradez y a mis hijas la dignidad’, y eso era lo que él aplicaba”. De esta forma de razonar, el rol de padre se desprende que no se puede dar esos valores si no hay un ejemplo que refuerce estas palabras.
“El ejemplo del padre era lo más importante, por eso tenía que tener un vocabulario correcto, en esos tiempos no se hablaba como hoy, mi papá a mí nunca me dijo una mala palabra”, dice.
La imagen que proyectaban los padres en los hijos era un modelo a seguir de ahí que don Carlos, cuando a su vez fue padre, con 25 años, lo que quería era ser un padre como su padre. “Yo no tenía mucho tiempo para estar con mis hijos porque era funcionario público, pero sí estaba con ellos al mediodía, cuando los esperaba a la salida de la escuela y los fines de semana”. Según recuerda, él les enseño a sus hijos a jugar ajedrez, a nadar, a leer poesía. En su memoria aún están los recuerdos de su hija jugando a la tiendita con todos sus juguetes desparramados por el suelo.
Carlos considera que los tiempos han cambiado radicalmente y que hoy, los valores han cambiado. “Mis hijos son más permisivos con mis nietos, ellos llegan a la hora que quieren y no les dicen nada”.
Esta realidad que describe Carlos es una realidad que la viven los padres actuales día a día, con nuevas generaciones de niños con conductas que van en contra de todo lo que fue la educación tradicional.
Hoy en día se puede encontrar, como en toda época, diversos tiempos de padres, pero si de características positivas de los padres actuales se puede hablar, una de ellas es que son más amigos de sus hijos, lo cual puede ser positivo o negativo dependiendo de la habilidad del padre para lograr motivar respeto.
Hoy es común ver a padres jóvenes pasando más tiempo con sus hijos y ocupándose de tareas que antes eran atribución sólo de las madres, como dar el biberón o cambiar pañales.
Víctor Quiroz es un padre de dos niños que tiene 40 años y considera que el tiempo que les da a sus hijos es algo muy bueno para él mismo. “Yo disfruto a mis hijos, los he disfrutado a los dos y no siento que sea un trabajo cargarlos, o levantarme en la noche a cambiar el pañal o si están enfermos darles la medicina porque quiero que crezcan sanos y sean felices, eso a mí me da felicidad”.
En su caso, los niños de 5 y 13 años son niños de hoy, que de vez en cuando tuvieron berrinches siendo muy pequeños, pero que respondían a su autoridad y se calmaban cuando él les hablaba.
En su opinión, su labor de padre se ha visto facilitada porque él estaba preparado para esto, ya que no era tan joven cuando nació su primer hijo y considera que el no haber tenido a su padre, quien murió cuando él era pequeño, hizo que no quisiera que sus hijos sufrieran esta ausencia.
Es muy diferente cuando los padres no están listos para ser padres y “los hijos son efectos colaterales de relaciones no planificadas, producto de la cultura machista que te dice que mientras más mujeres tengas, mejor eres”, de acuerdo al análisis de la psicóloga Peky Rubín de Celis.
“Hay padres que abandonan a sus hijos porque son hijos no deseados, no reconocidos, son padres ausentes pero también hay padres que están presentes físicamente pero ausentes psicológicamente”.
Según Rubín de Celis, este tipo de ausencia es peor que la del padre que no está, ya que genera en los hijos mucha confusión y sentimiento de abandono.
En una encuesta realizada en Tarija por el Equipo de Comunicación Alternativa con Mujeres (ECAM) a padres e hijos, se obtuvieron datos interesantes pero contradictorios sobre la percepción de los hijos y los padres sobre las relaciones padre-hijo.
De ahí que un porcentaje amplio de padres aseguraban que vivían con sus hijos pero un porcentaje pequeño de los hijos decía que su padre era una figura presente en el hogar.
“Algo llamativo fue que de acuerdo a la encuesta, los papás ocupaban el cuarto lugar en cuanto al nivel de confianza que despertaban en los hijos, en primer lugar estaba la mamá, en segundo lugar un amigo, en tercer lugar un familiar y recién en cuarto lugar el papá”.
Esto, según Rubín de Celis, habla de una realidad complicada en torno al rol que juega hoy el padre en el hogar, ya que no es el único proveedor de la familia, debido a que en la sociedad actual las mujeres también deben trabajar para aportar al sustento del hogar, y no son percibidos como la autoridad, principalmente por la ausencia, en algunos casos física, en otros casos psicológica, de sus hogares.
Esto se vuelve doloroso con el tiempo ya que cuando llegan a la vejez y se dan cuenta de que no son tan necesitados ni queridos, se sienten solos y en esa edad recién se dan cuenta, pero es tarde. “Cuando se les pregunta a los niños, quién te castiga más en la casa, dicen mi mamá, y cuando se les pregunta a quién quieren más, igual responden mi mamá. Esto muestra que los hijos valoran la atención, el cuidado que se les da en el hogar”, añade. En ese sentido, Rubín de Celis destaca la importancia del rol del padre como educador. “Los padres de antes eran estrictos, rígidos y estaban ahí, ejercían la disciplina”.
En contraposición están los padres de hoy, con un rol mucho más complejo, con un mundo en permanente y vertiginoso cambio, educando hijos de manera paralela a la televisión, el internet y los nuevos paradigmas educativos de la escuela.
“Los padres de hoy son mucho más permisivos, con un permisivismo que te lleva casi a la indiferencia. No hay peor cosa para un niño que estar con alguien que no está”.
Rubín de Celis considera que hay mucho por trabajar para mejorar la realidad de la familia hoy en día y que el padre como figura de autoridad, ejemplo y afecto sigue siendo relevante, pero que está también en las mujeres, a partir de su rol de educadoras de los hijos, el criar niños que en un futuro serán buenos padres.

EL RETO DE SER BUEN
PADRE AYER Y HOY

Hijos
Los padres jóvenes se enfrentan a la compleja tarea de encontrar un equilibrio entre la permisividad y una educación rígida para criar hijos disciplinados y sanos emocionalmente.

Padres
Los padres de antaño, hoy abuelos, cuestionan la forma en que hoy se ejerce la labor de padre y consideran que los padres jóvenes deberían trabajar más en la disciplina de las nuevas generaciones.

Abuelos
La soledad es una de las dificultades que enfrentan durante la vejez aquellos padres que no han logrado conformar una familia unida en torno a sí como jefes de familia, en especial cuando dedicaron poca atención a los hijos.

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