domingo, 21 de febrero de 2016

El mejor regalo para los niños se llama “tiempo”

Tiempo, ese es el nombre del mejor regalo para los niños. No lo venden en jugueterías ni tampoco por internet. Solo se encuentra en nosotros, en nuestra disposición y en ser conscientes de que un cuento no debe leerse en dos minutos.

Dedicarles tiempo a los niños no significa dejarles el móvil, ponerles la tablet o enchufar la televisión en su canal favorito. Tampoco eso es educación, ni cariño, ni afecto.

La infancia es una de las etapas más importantes de la vida en la que se entreteje la tela de nuestra evolución. Así, los niños están inmersos en miles de cambios que a veces los adultos ni siquiera percibimos y que, por lo tanto, nos perdemos si no estamos atentos.

Slow-parenting, la crianza a fuego lento Educar y compartir momentos “a fuego lento” significa respetar sus ritmos, darles espacio para desarrollarse, que no se salten etapas, que crezcan y que evolucionen sin el estrés y la exigencia que hemos generado a su alrededor.

Esta perspectiva educativa se basa en la filosofía slow, la cual manifiesta la necesidad de privilegiar un ritmo de vida más calmado, promoviendo así la madurez, la evolución y la creación de lazos desde la progresión

natural del niño, sin prisas.

Así se consigue apoyar al pequeño en cada paso, no forzar sus etapas evolutivas y ofrecer oxígeno psicológico a su educación, olvidando el marcaje e impregnando de deleite cada pequeño aprendizaje, cada muestra de afecto y cada colección de motivos.

Que las prisas no te roben la magia de la infancia

Las prisas son nuestras peores consejeras. Ellas se encargan de robarnos los momentos más preciados y los detalles más maravillosos de la magia de la infancia. Ahora bien, si nos paramos a pensar, quizás podemos ponerle remedio a esto.

Los deberes, ordenar la casa, ducharse, fútbol a las seis, cumpleaños a las ocho, cenar a las 10… Todo el día al trote…y al galope. ¿Qué queremos conseguir con eso? ¿están disfrutando nuestros niños? ¿estamos siendo conscientes de lo que nos estamos perdiendo y de lo que les estamos haciendo perder?

Probablemente no. Debemos hacer el ejercicio de reflexionar si ofrecemos TIEMPO a nuestros niños, si jugamos con ellos lo suficiente y si organizamos su día a día reservando momentos en los que nos dediquemos en exclusiva a ellos y a nosotros en conjunción. Así, es importante que:

* Dejemos a un lado las prisas desde primera hora del día, despertemos a nuestros niños con cariño y ofrezcamos un desayuno de amor con tranquilidad.

* Saboreemos cada comida con ellos sin distracciones como la televisión o las revistas. Podemos jugar al veo-veo, podemos hablar sobre las cosas cotidianas y profundizar en la expresión de los sentimientos y emociones.

* Es bueno preservar “momentos de secretos” en los que solo vayamos a hablar sobre nuestras cosas con total sinceridad.

* Podemos hacer excursiones a lugares tranquilos, a paisajes naturales y a entornos que nos inviten a explorar y a experimentar juntos.

* Es bueno bañarnos de vez en cuando en vez de ducharnos a toda prisa.

* Es esencial dejarles elegir, pues a veces marcamos en exceso su día

a día y boicoteamos sus anhelos,

expectativas y decisiones.

* Apagar los móviles y todos aquellos aparatos electrónicos que, como sabemos, absorben nuestra atención.

* De vez en cuando podemos tirarnos en cualquier lugar de la casa

y no hacer absolutamente nada.

* Buscar juegos que potencien su crea- tividad, sus inteligencias y su capacidad de sentir.

No dejemos que la crianza de nuestros niños la marquen las prisas o las malas costumbres que existen en la actualidad. El mejor regalo no es el celular

de moda o los últimos muñecos de Disney. El mejor regalo es compartir con ellos el bien más preciado que existe en la vida y que nunca vuelve: el tiempo.

Un gurú del movimiento



El “slow parenting” defiende una enseñanza en la que se respete el ritmo de desarrollo de cada niño y sus necesidades concretas. En definitiva, una educación sin prisas.

Los seguidores del movimiento abogan por una educación más relajada

y tranquila con la que los pequeños puedan ir descubriendo el mundo en el que viven poco a poco.

“La vida no es una carrera; es un viaje, un descubrimiento para hacer juntos”, afirma Carl Honoré, autor del libro

“El elogio de la lentitud” y uno de los principales gurús de esta nueva tendencia educativa que cada vez cuenta con más adeptos en Estados Unidos

y Europa.

“Hace unos años –continúa Honoré– mi vida era una carrera contrarreloj. Un día me encontré comprando para mis hijos el libro “One minute bedtime stories” (algo así como “Cuentos para dormir de un minuto”) y me di cuenta de que no estaba viviendo la vida, sino pasando por ella a toda velocidad. Pensar en leer Blancanieves en sesenta segundos fue lo que me salvó”.

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