miércoles, 13 de enero de 2016

Discutir delante de los hijos trae secuelas

No existe una sola pareja de padres que no haya discutido aunque sea una sola vez delante de sus hijos, lo cual es desaconsejado por los especialista. Sin embargo, la mayoría de las veces parece ser algo que no se puede evitar. Discutir con la pareja es algo normal, pero hay que saber cómo hacerlo para que no afecte en la vida de los menores.

forman parte de la discusión. La psicopedagoga Nadia Rocabado explicó que cuando el hijo es adolescente, ya tiene un juicio formado, algunas veces pueden involucrarse, apoyando a la madre o al padre. "Buscan resolver la situación en su inexperiencia en las peleas conyugales", acotó. El psicólogo Jorge Pedraza añadió que el adolescente puede sentirse confundido, estresado e inseguro. Pues si la discusión entre los padres implica humillaciones, violencia o amenazas, el joven no sabrá exactamente qué partido tomar, ni qué actitud asumir. Esto puede conducir al adolescente a sentirse deprimido(a) o agresivo(a). Por esta razón, es importante que las discusiones entre los padres se lleven a cabo en un clima de respeto y deseo de resolución del conflicto del estilo ganar-ganar.

Le afecta en la concentración. Rocabado mencionó que las peleas de los padres, al muchacho o muchacha le afecta en la concentración de sus estudios, ya que están pensando en lo que escucharon, además puede ser que tenga rencor con alguna de las partes, apuntó.

Emocional. También comentó que afecta en su desarrollo emocional, "si son peleas continuas puede pensar que todos los matrimonios son así, puede llegar a pensar en nunca casarse", añadió.

Aprenden a relacionarse de manera equivocada. Un adolescente que observa a sus padres discutir, generalmente tarde o temprano, aprenderá a emular las palabras, expresiones, actitudes, actos con sus congéneres y eventualmente lo hará también con su pareja. Es decir, según el modelo observado y aprendido en casa, en múltiples ocasiones, repetirá aquello que ha observado e introyectado de sus padres, sostuvo Pedraza.

¿Discusiones constructivas? Se puede tener una discusión constructiva cuando exista un clima de respeto mutuo, sin insultos, sin violencia, en un franco análisis de pros y contras con objetividad y empatía, además siempre con un mutuo deseo de superar las diferencias y construir nuevos cimientos a partir del aprendizaje de las experiencias negativas, puede beneficiar la percepción de los hijos adolescentes, al observar, en sus modelos primarios (sus padres) cómo resuelven los conflictos y problemas de la vida.


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