jueves, 27 de agosto de 2015

Haz de casa tu centro de operaciones



Hace unos días llamé a una amiga del equipo de mi portal asilovecamila.com. y, entre risas, le dije: “Querida, hoy te envío mucho trabajo para que lo realices desde la cárcel de tu casa, a lo que respondió: “Querrás decir, desde mi centro de operaciones, no me bajes de categoría que yo me hago mi película completa en mi oficina, muy ejecutiva y la verdad solo necesito mi computadora y teléfono”.

Mi amiga tiene 39 años, es licenciada en Contaduría Pública y su último trabajo fue en un canal de Tv de su país de origen, Venezuela, en el que trabajaba como ejecutiva en ventas.

La historia de mi amiga, quien hoy radica en Miami, puede ser la tuya. Inmigrante, profesional, talentosa; con dos hijos chiquitos, uno de cuatro y otra de cinco años y, aquí viene el punto donde se complica la toma de decisiones, ¿qué hago?, ¿salgo a trabajar o no?

Ella daría cualquier cosa por salir a trabajar, porque lo necesita económicamente, nunca está demás una entradita fija, pero ese dinero que ganaría, sería para pagar la ayuda de una asistente del hogar, así que no es rentable, confiesa.

Durante el día, mi amiga cambia de roles dentro de esa “cárcel” llamada vivienda. En su rutina tiene distintos roles: es chofer, chef, maestra, ama de casa, mamá, esposa y además realiza las actividades relacionadas con la vida con hijos, haciendo lo mejor que puede con su única opción: quedarse en casa.

Para una persona acostumbrada a otro estilo de vida y a trabajar fuera con otras comodidades, inmediatamente la empiezan a visitar nuevos sentimientos. Esa sensación de que dejaste ir parte de lo que eras por haber dejado todo atrás, pérdida de autoestima, pérdida de paciencia, cansancio y en oportunidades hasta depresión.

Pero no escribo para revolver sensaciones pasajeras, que aparecen cuando vivimos ciertos momentos en la vida. Escribo porque mi amiga, sin querer, me ha dado una lección hermosa. Ella hubiese podido quedarse sentada llorando, deprimida, pensando en lo que había alcanzado profesional y personalmente. Creyendo que su vida se acabó, desgastando su matrimonio con lamentos que, aunque justificados, cuando se hacen cotidianos erosionan la relación, pero por el contrario, se está levantando...

Hoy esta amiga:

A la “cárcel” a la que yo hacía referencia en juego, la llamó su “centro de operaciones”.

Se reinventó, ya no trabaja en Marketing de un canal de Tv. Hoy genera contenido para redes sociales.

Aprendió a tener paciencia y a valorar cada momento de su vida, porque a veces debemos ceder y amoldarnos a nuevas situaciones, entendiendo que en un futuro todo cambiará para mejor.

No perdió el norte, nunca. No ha dejado de soñar en grande. Tampoco es víctima de una situación, es heroína de una circunstancia. Se siente útil y activa, pero no solo se siente, lo está. Coordina sus horarios para poder atender a sus hijos y cumplir sus labores desde la casa.

Y lo más importante: ¡Está feliz! Porque sabe que nadie sustituirá el cuidado amoroso que ella le da a sus hijos. Está satisfecha porque no se rindió, sino por el contrario, se reinventó. Y es que en la vida a veces toca “volver a empezar” y hay que hacerlo de la mejor manera.

Quise compartir esto con ustedes, porque sé que cuando llega la maternidad, uno de los grandes cambios para toda mujer, ese momento que no cambiaríamos por nada, también a veces se nos presentan nuevas etapas, que en muchos casos nos ocasionan miedo paralizador, pero estoy segura de que tal vez hoy, luego de leer esta historia, comenzarás a ver a tu alrededor de qué manera puedes emplear tu tiempo en casa para hacer algo que complemente la increíble felicidad de ser mamá.

También te recomiendo a que nunca olvides que el mejor ejemplo que puedes dejarle a tus hijos es: “No rendirte ante la adversidad”.¡Sé creativa! Llénate de energía positiva y vuelve a empezar…

Plenitud

Sin duda, la maternidad trae felicidad, pero secretamente frustración profesional. Trabajar desde tu casa, con orden y buena actitud pueden ayudarte a disfrutar de tu familia y trabajo sin remordimiento.


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