domingo, 31 de mayo de 2015

Decálogo para tener más paciencia con nuestros hijos

RELACIONES FAMILIARES

MEJOR COMUNICACIÓN

Las mujeres, sobre todo aquellas que trabajan y llevan en su mochila los problemas laborales del día, reconocen que viven la vida a mil por hora, que no les da tiempo a llegar a todo. Los hombres también se quejan de que las horas del reloj pasan demasiado rápido, lo que aumenta su sensación de estrés.

Lo peor de estas situaciones es que muchas veces, cuando llega el momento de entrar en casa y disfrutar de los hijos, aún quedan cosas por hacer: los deberes, los baños, la lavadora, la cena... Seguro que la historia les suena.

Los expertos en relaciones familiares apuntan que cada vez reciben en consulta más preguntas sobre cómo ganar en paciencia porque los padres y madres en vez de disfrutar de sus hijos, pierden los nervios si los pequeños no son obedientes y no les ponen las cosas fáciles para tener una mayor tranquilidad en el hogar.

La paciencia, entendida como la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse (tal y como enuncia el Diccionario de la Real Academia Española) es un tesoro que muchos padres desearían poseer.

Cristina García, pedagoga, educadora y autora de la guía “El método de la paciencia con hijos” del link EduKame.com, explica que se puede ganar en paciencia si entendemos, en primer lugar, que nuestros hijos o hijas son pequeños.

DIEZ ASPECTOS CLAVES

Esta especialista también recomienda tener en cuenta los siguientes diez puntos:

1. Hacen cosas de niños. No son personas adultas y, por tanto, hacen cosas de niños como no obedecer a la primera, querer tocarlo todo, cuestionar la autoridad de los padres, querer jugar sin parar para comer o dormir, decidir qué abrigo ponerse aunque sea verano, etc.

2. Necesitan nuestra atención. A cualquier hora del día (si es de noche se pierde más la paciencia) y en cualquier lugar: en la calle, en casa, en la bañera, mientras yo hablo por teléfono o cocino, etc.

3. Sus necesidades son diferentes a las nuestras. Mientras yo necesito descansar de un día agotador, mi hijo necesita la atención de su madre y padre: ya sea jugando o preguntando, con mimos o con regañinas, si todo lo demás falla.

4. Merecen respeto. Tratarles mediante ejercicios de sumisión (cachetes, humillaciones, castigos y gritos) hace que se sientan inferiores ahora y en el futuro.

5. No tienen prisa. Ni en comer, ni en vestirse, ni en caminar, ni para llegar a ningún sitio, ni en crecer. La prisa es de los adultos. ¡Prisa para todo; hasta para amar! Cuánta más prisa, menos paciencia.

6. No necesitan hacer muchas cosas. Ellos simplemente necesitan hacerlas y a su ritmo. En cambio los adultos, sí. Cuánto más cosas por hacer, más estrés y menos paciencia.

7. ¿Necesitan hacerlas bien? No es cosas de niños hacer las cosas bien. Sí es cosa de padres exigir o esperar que las hagan bien: obedezcan a la primera, ordenen, jueguen sin alboroto, comprendan a los hermanos, se lo coman todo, se duchen sin protestar, hagan bien sus deberes, etc.

8. Solicitan nuestro tiempo. Los hijos necesitan de nuestro tiempo y dedicación, pero cuando no lo tenemos en cuenta, nos hace perder la paciencia.

9. Requieren amor incondicional. La paternidad es amor incondicional, que seguro practicas cuando tu hijo te sonríe con esa carita tan linda. También es la misma carita linda de quien te hace perder la paciencia y gritarle o exigirle.

10. Les necesitamos. Nosotros necesitamos también a nuestros hijos. Abrir nuestro corazón, jugar, cantar, danzar sin por ello perder nuestra parte de adulto responsable que se vuelve más flexible, amoroso y sin exigencias.

Finalmente, recordar que la paciencia que deseas o buscas está en ti misma o mismo.

La paciencia con los hijos empieza por la negociación con uno mismo y entre la pareja. Debemos negociar con nuestras fuerzas, los límites solo son eficaces si se llevan hasta el final.

Es importante que en cada familia existan pocos límites pero que se respeten. Decir constantemente que no y después cambiar de actitud genera desconcierto y deja un margen de actuación amplio para el niño.

Cada padre debe negociar los límites que va a establecer y pactar con el otro progenitor si estos son compartidos. A partir de ahí es necesario buscar conjuntamente la estrategia. Tener pensado cómo actuar, aunque sea en solitario. Si en la estrategia acordada han participado los dos, el sentimiento de soledad es menor y la necesidad de salir del rol adulto disminuye. La co-presencia (aunque sea a distancia) de la pareja, inclusive en parejas divorciadas, disminuye la violencia de las reacciones adultas inadecuadas.


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