miércoles, 29 de abril de 2015

La Educación de la Niñez

Educar al niño correctamente, no es como piensan muchos: proporcionar salud y conocimientos para el logro de una carrera o profesión que permita vivir holgadamente, sin tomar en cuenta los grandes valores de la vida que hoy hemos dejado de lado. Por tanto, los alcances de la verdadera educación no deben ser tan limitados y direccionados al poder, sino, debe perseguir metas superiores y muy elevadas, entre ellos están: el autoestima, el amor al prójimo, el amor hacia la naturaleza y otros que son primordiales para que el ser humano se comple-mente armónicamente con todos los elementos de la vida.

Tal educación, sólo es posible atendiendo con preferencia a la edificación del carácter, sin desconocer los conocimientos universales y científicos que son necesarios para lograr una educación integral y de calidad.

No debemos creer que la escuela es el primer espacio donde se inicia la educación integral con valores, sino el hogar debe ocupar este lugar, los padres , luego los maestros y maestras. En el ambiente familiar, radica la responsabilidad de sembrar en los hijos los primeros rudimentos físicos, mentales y espirituales, como sagrada herencia que Dios puso en manos de los padres en la etapa preparatoria a la escuela. Esta realidad, hace ver cuán-tos padres somos incapaces de llevar esta sagrada misión, que origina la generación de niños y jóvenes deso-rientados, que no logran apreciar la vida como una gran oportunidad de vivir en plenitud logrando grandes satisfacciones reflejados en sus buenas acciones.

Por tanto, la escuela como segundo templo del saber, debe reflejar e inculcar a través de los maestros y maestras, la práctica de virtudes tales como: dominio propio, puntualidad, orden, perseverancia, sencillez, veracidad, honradez y otros valores. De esta manera y no otra, pondremos fundamentos sólidos, para la forma-ción integral del hombre y la mujer del mañana, que no solo serán exper-tos en sus profesiones con limitadas visiones, sino, capaces de defender lo bueno, lo puro, lo noble, lo justo y que estén listos para el servicio desin-teresado a la sociedad.

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