jueves, 25 de septiembre de 2014

Prevensión y Consejos: ¿Cuál es la tarea más difícil que tienen los padres hoy?

Poner límites a los hijos nunca fue ni será una tarea sencilla para ningún padre, pero éstos resultan fundamentales para su crianza y para que en el futuro se inserten sin dificultades en el mundo de los adultos. En los tiempos que corren, poner las cosas en claro y construir reglas que los ayuden a crecer en familia resultan aspectos fundamentales para que los niños se desarrollen sanamente.

“Caja de herramientas para padres” es un libro que saldrá a la venta el mes próximo, escrito por Alejandro Schujman y Walter Ghedin, donde los autores brindan consejos para profundizar y mejorar la relación entre padres e hijos.
Infobae entrevistó a Alejandro Schujman -psicólogo especializado en familias y también autor de los libros “Es NO porque YO lo digo. Padres rehenes de hijos tiranos” y de “Generación NINI, jóvenes sin proyectos que NI trabajan NI estudian”- quien adelantó un extracto de “Caja de herramientas para padres”, donde se brindan todas las instrucciones para que un límite sea realmente efectivo.
“Uno de los mayores motivos de consulta en los últimos años es la dificultad de los padres a la hora de poner los límites a los hijos. Hijos que desafían y confrontan y llevan a la impotencia y resignación en los adultos. Hijos que son nativos digitales y nos ponen en jaque con tecnologías que desconocemos, pero no nos engañemos, por suerte, la esencia sigue siendo la misma, veamos algunas herramientas básicas para sentirnos más seguros en la tarea”, explica Schujman.
1. Firmeza y afecto
No podemos ser precisos a la hora de limitar y educar a nuestros hijos si no regulamos el flujo de intensidad entre nuestro decir y el amor desde el cual el límite debe ser puesto. El grito y el golpe son resultado de la impotencia de los adultos.

2. Límites racionales
Muchas veces intervenimos solo desde nuestros miedos o emociones en general, sin tomar en cuenta lo que los pequeños necesitan. Retrasamos a menudo procesos de crecimiento, salidas, permisos, etc. por temer un mundo objetivamente hostil, pero sobredimensionado a veces por nuestra mirada de padres. Es muy difícil dejar que nuestros hijos despeguen, pero en la sabiduría radica lo esencial del cuidado que el límite implica.

3. Sostenido en el tiempo
Seamos consecuentes, si estamos seguros de que lo que proponemos es bueno para ellos, aunque haya que tensar la cuerda para que lo indicado se cumpla, pues hagámoslo. Un pequeño de diez años me reclamaba que sus padres siempre amenazan pero no cumplen con nada de lo que sostienen, me pedía que interceda. Sí, leyeron bien. Repetimos: un niño pedía que convenciera a sus padres de que sean más firmes, pues no le hacía bien esta fragilidad de la autoridad.

4. “Todos lo hacen”
Es común, sobre todo en la adolescencia, que los padres se vean envueltos en la maraña de “Papá, no me hagas esto, todos van al baile”. Dicho esto, la sensación de los padres suele ser: “Estoy dejándolo solo, lo excluirán, se aislara, sufrirá...; que vaya”. Hecha la ley, la trampa en marcha. Muchos de los padres que acceden a este tipo de permisos lo hacen bajo presión y sin estar convencidos, por lo que, si entre ellos monitorearan lo que cada uno piensa, los permisos no estarían dados, ya que la mayoría no iría a lugares a los que los adultos no están convencidos de dejarlos ir. Hábitos como el consumo excesivo de alcohol u otras sustancias psicoactivas son, a veces, el resultado de padres temerosos de que sus hijos queden excluidos.

5. Objetivo y calmo
Es común que los padres en los tiempos de ajetreo en los que vivimos respondamos apresuradamente a las demandas de nuestros hijos, sin terminar de escuchar de qué se trata. La generación de equívocos es frecuente y a veces tomamos decisiones erróneas o damos respuestas que no tienen relación con la información solicitada.
Contemos hasta tres, escuchemos y recién respondamos. De igual manera tenemos que proceder al tomar decisiones respecto de algún permiso que nos piden. Aunque solemos responder impetuosamente, dando lugar al, por lo general, justo reclamo de nuestros hijos: “Mis padres no me escuchan”.
Finalmente, Schujman recomendó: “Recordemos: no somos pares, no somos amigos de nuestros hijos, somos padres, ni más ni menos. Y ellos nos necesitan firmes, bien plantados en nuestras convicciones, legitimando sus pasos en el crecer para que el día de mañana puedan cuidar con las herramientas que construyeron el trabajo conjunto”.

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