jueves, 21 de agosto de 2014

Hablemos de virginidad

¿Por qué un tema tan íntimo como la virginidad de una persona, se discute públicamente?

En tiempos de nuestros abuelos, la virginidad era un tema importante, decía mucho sobre el “honor” de una mujer.

Culturalmente y más allá de la religión, la virginidad se simboliza con el vestido de novia blanco, que se asocia a la pureza, una mujer virgen, angelical… hasta quizás asexuada. Pero ¿Las cosas han cambiado? Aparentemente sí, pero solo aparentemente.

Un sondeo realizado por M de Mujer, con mujeres bolivianas entre los 20 y 35 años, demuestra que para las mujeres la virginidad ha perdido el valor que le daban nuestros abuelos. Sin embargo, parece que para los hombres la virginidad de una mujer todavía es importante. Según datos de la Mesa Contra la Violencia Sexual Comercial de El Alto, los proxenetas que explotan sexualmente a niños, niñas y adolescentes en nuestro país, son capaces de cobrar hasta 10 veces más por una o un virgen, que por alguien que no lo es. ¿Acaso esto no tiene que ver con la demanda?

“Socialmente sigue teniendo un valor (la virginidad) aunque ya no como antes. Todavía se sigue viendo como un tabú y a veces si se considera como algo importante pero creo que ya no representa el valor de una mujer”, dice Clara, una de las participantes en el sondeo de M, quien además aclara: “La virginidad es un objeto de deseo para los hombres, eso le da valor.

Pero para las mujeres ya no es fundamental por muchas razones”.

Entre latinos

Siempre se tacha a los y las latin@s de machistas, y los datos más recientes no lo desmienten. La semana pasada los defensores de los derechos femeninos en Brasil han levantado la voz ante una serie de requisitos que consideran transgresores de la intimidad de las mujeres que aspiran a una plaza como maestras en Sao Paulo, ya que entre otras cosas, les exigen un certificado donde se compruebe su virginidad.

El departamento de educación del estado de Sao Paulo obliga a las mujeres a que se hagan la prueba del papanicolaou para demostrar que no tienen cáncer, o a que presenten un certificado médico en el que se especifique que no son sexualmente activas.

Hasta muy recientemente, el departamento también exigía a las mujeres que se hicieran una colposcopía, un tipo de examen visual que se utiliza para la detección de enfermedades.

Desde al menos 2012, el departamento ha solicitado los exámenes argumentando que son necesarios para comprobar que las aspirantes a maestras de largo plazo tienen buena salud y no incurrirán en ausencias ampliadas o frecuentes para ir al médico.

Al respecto, los detractores acusan que estas son medidas una intrusión en la intimidad de las mujeres.

“Los requisitos violan los derechos de las mujeres. Se trata de información muy íntima que la mujer tiene derecho a mantener en reserva. Es absurdo que se continúe con ese tipo de exigencias”, dijo Ana Paula de Oliveira Castro, defensora pública de asuntos femeninos en Sao Paulo.

Al otro lado del mundo

Según escribe la periodista de la agencia Efe, Fátima Zohra, en países como Marruecos la virginidad es condición 'sine qua non' (condición sin la cual no) para que cualquier mujer soltera árabe en general, y marroquí en particular, pueda acceder al matrimonio y probar así que es una persona “de buenas costumbres”.

Ante esta situación, las mujeres “usadas”, que hayan tenido relaciones sexuales antes de casarse y que quieran “salvar” su futuro solo tienen una salida: la reconstrucción del himen.

En una clínica de ginecología cualquiera del centro de Rabat, una joven esperaba su turno y explicaba su problema: “Mi novio me exige un certificado de virginidad antes de casarnos”.

La joven quería someterse a una himenoplastia, nombre con que se conoce la operación de reconstrucción del himen para borrar las huellas de un pasado sexual.

La paciente compartía así en voz baja su historia con otra joven, Salima (nombre ficticio), quien había acudido a la clínica acompañada de otra amiga para someterse a la misma operación.

Hundida en la vergüenza, Salima ni siquiera podía contener el llanto, pese a que el médico la tranquilizaba recordándole que él tiene obligación de confidencialidad profesional y de que la operación le permitirá recuperar la parte de su cuerpo que había perdido.

Tuvo que ser la amiga la encargada de contar los detalles al ginecólogo: Salima tuvo una sola experiencia sexual que la dejó sin himen, y poco después el novio le dijo que se negaba a casarse con ella.

El ginecólogo de la historia es uno de tantos que practican la himenoplastia, pero no aparece citado por ser un tema altamente delicado y casi tabú.

El también ginecólogo marroquí Chafiq Chraibi, uno de los más abiertos a la hora de tratar la cuestión de la salud sexual en Marruecos, explicó a Efe que hay “una fuerte demanda” de las operaciones de reconstrucción del himen en Marruecos.

Chraibi no practica personalmente la himenoplastia, pues lamenta que la sociedad marroquí “reduzca la honestidad de una mujer a una membrana anatómica”.

Al parecer, tanto en nuestro contexto, como en otros más lejanos, el valor de las mujeres se sigue determinando por parámetros ficticios, lo que propicia que se sigan cometiendo abusos y violaciones a la privacidad y libertad de todas.

Extremos

Las relaciones extramaritales en la sociedad marroquí no son únicamente reprobadas religiosa y socialmente, sino que también la ley las persigue: el artículo 490 del Código Penal castiga con una pena de hasta un año una relación extramarital entre dos adultos que no estén casados.

De hecho, la mujer que haya perdido su virginidad se enfrenta a una cruda realidad: ser marcada como mujer "manchada" u optar por la reconstrucción del virgo, que le permitirá salvar su honor y el de su familia, y no perder la oportunidad de tener un marido y formar un hogar.

Pero por muy extendida que esté la himenoplastia, es difícil encontrar a quien la defienda abiertamente.

"Esto es una traición y un acto de mala fé", dice exaltado Hicham, jurista de 30 años de edad, quien admite que no puede confiar en una mujer que haya perdido su virginidad, aunque fuera accidentalmente.

Pese a lo que pueda decir Hicham, la himenoplastia goza de buena salud: es el secreto mejor guardado entre las mujeres marroquíes y los ginecólogos de su país.

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