miércoles, 21 de mayo de 2014

Pilar Sordo las cinco pautas para formar mejores hijos



Los niños y adolescentes de hoy no quieren crecer porque ven a sus padres como personas tristes y cansadas. Con esta revelación la sicóloga y escritora Pilar Sordo comenzó su conferencia en Santa Cruz, en la que dio pautas sobre lo que estamos haciendo mal como padres y reveló lo que debemos cambiar para que nuestros hijos sean distintos y mejores que nosotros.

La semana pasada, Sordo estuvo en Santa Cruz conversando sobre su libro No quiero crecer, producto las investigaciones que ha realizado en personas entre los 9 y 30 años. En el mismo queda claro cómo la tecnología, las nuevas formas de relacionarnos y otros elementos pueden deteriorar o afianzar una familia.

Hasta dónde y hasta cuándo
Para la especialista chilena los tres pilares fundamentales de la educación actual son: responsabilidad, libertad y fuerza de voluntad. “Los padres estamos para poner límites claros y establecer horarios, esto es una expresión de amor”.

También cree que tenemos miedo de que nuestros hijos se aburran, pues pensamos que al entrar en ese estado, corren el peligro de caer en depresión.

Sordo fue clara en indicar que el aburrimiento es la madre de la creatividad y que nuestros hijos deben aburrirse, y mucho.

Además, aconsejó que hay que enseñarles a que se hagan cargo de sus propias cosas, porque así los vamos formando para cuando sean adultos.

“Tenemos el discurso de que queremos hijos que estén preparados para la vida, pero nosotros hacemos todo lo contrario y se la facilitamos”, enfatizó.

Tecnologías sin excesos
En las familias de hoy, existe una Santísima Trinidad en los hogares: el televisor, la computadora y el celular, pero la mayoría no sabe administrarlos, ocasionando que nuestros hijos no puedan diferenciar los tonos emocionales, mientras que nuestra generación sí aprendió a entender los signos verbales de nuestros padres.

Para Pilar, “La tecnología es una herramienta que acerca a los que están lejos, pero que aleja a los que están cerca”.

Una de sus recomendaciones más frecuentes es que los adultos apaguen las pantallas (televisores, celulares y computadoras) cuando están en casa, con el objetivo de desarrollar y propiciar la conversación entre padres e hijos.

Cultura del yo tengo
En la abundancia no hay crecimiento personal. Para la especialista los jóvenes deben empezar a pensar, desde sus talentos, cómo van a hacer para devolver a sus padres y a su país todo lo que tuvieron.

“Lastimosamente creemos como adultos que la gente vale por lo que tiene y no por lo que es”. Criticó que estas inconsistencias sean transferidas día a día a nuestros hijos.
El tener el último modelo de celular puede causar envidia entre compañeros y gestar el acoso en el colegio. “Es lamentable, pero como padres, somos los primeros en enseñarles a discriminar por lo que alguien tiene y no por lo que es como persona”.

Las conclusiones
Fiel a su estilo, Sordo finalizó su conferencia con cinco puntos claves para el cambio en nuestros hijos, y en nosotros, que a continuación detallamos para que reflexionés y te pongás en acción


1 Criemos hijos profundamente amados. Esto significa poner tres palabras en la licuadora que nos darán excelentes resultados en su educación: ternura, firmeza y mucha fuerza de voluntad.
“Cuando un papá o mamá logra mezclar esas tres palabras, lo que se tiene por resultado es un niño profundamente amado, que sabe que tiene límites claros, que puede crear y que tiene clarísimo que desde el esfuerzo y no solo desde la inteligencia u otras capacidades puede conseguir lo que quiere en la vida.


2 Agradecer por todo. A los niños, desde pequeños hay que enseñarles a ser agradecidos, a que den gracias por todo lo que pueden tener, por poco que sea. Los padres dejamos de agradecer lo simple, por ejemplo, se nos olvida que hoy, la mitad del planeta no se puede bañar con agua caliente, cuando para nosotros es tan común. “No habrá niño que no sepa agradecer si no hay un adulto que le enseñe”.


3 Cambiar el lenguaje. No es posible que los hijos sepan con mayor claridad lo que hacen mal que lo que hacen bien. Es distinto decirle a un niño “eres egoísta”, en vez de decirle “debes ser más generoso”. Las palabras que archiven deben ser las positivas y no las negativas. Así se construye la autoestima de un niño, haciéndole conocer sus talentos y no sus defectos.


4 Nuevas preguntas. Hoy en día es fundamental hacerle buenas preguntas a los niños y no darles buenas respuestas. Ya no sirve el discurso por sí solo. Hay que abrir espacios de discusión para saber cómo piensan, cuál es su postura frente a ciertas cosas, y desde ahí, poder educarlos de la mejor forma posible. Es más atinado preguntarles qué saben sobre las drogas a darles el discurso de que la droga hace daño y es mala.


5 Somos imperfectos. Todos somos insanos.La educación perfecta no existe, los padres perfectos tampoco existen. Mientras más contacto tomamos con nuestras imperfecciones, más felices y libres somos. Los hijos siempre o en algún momento de la vida, nos reclamarán nuestras imperfecciones en su formación, nuestras faltas en momentos determinados o nuestros excesos en sus vidas.

Manos a la obra
Son cinco pautas simples, pero que pueden marcar la diferencia. Vale la pena reflexionar sobre ellas y esmerarse en formar mejores hijos.

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