domingo, 27 de abril de 2014

Tener todo… menos hijos

La sociedad paceña está en una etapa de transición, en la que la mujer considera su rol de madre como una opción, no una obligación o un mandato, afirma Margaret Hurtado, doctora en psicología y docente de la Universidad Mayor de San Andrés.
En ese contexto, la psicóloga explica que las mujeres paceñas están en plena conquista de espacios académicos y laborales que la están llevando a postergar la decisión de ser madre o a descartarla definitivamente como una opción de vida.
"Claro que aceptan tener una relación de pareja totalmente formal, pero dejando claro, desde el principio, que no quieren asumir el rol de madre, lo que implica no tener hijos, ni adoptarlos”, comenta.
Hace 20 años esa posición sería considerada como el egoísmo en su máxima expresión; hace 50, algo antinatural, vergonzoso y motivo de condena social. Sin embargo, hoy la sociedad se va abriendo a esa posibilidad que tiene la mujer de decidir si cumple o no el rol de ser madre.
Faruk Yapur, también psicólogo, admite que los tiempos han cambiado y que las mujeres, debido a su acceso cada vez más irrestricto a los espacios laborales, "donde se muestran más competitivas que los varones”, y la independencia económica que lograron ahora asumen la concepción de un hijo como una opción.
"Toman la maternidad como una opción porque ya se ven en un posicionamiento de plena libertad, en el cual pretenden armar su propio destino, trazar sus objetivos y metas. En pocas palabras la meta es el hijo”, sostiene Yapur, especialista de la Asociación de Desarrollo Humano Psinergia.
Y este tipo de mujer forma un modelo de pareja cuya principal característica es la unión amorosa libre, sin el compromiso de tener un hijo en camino o el objetivo de formar una familia. El deseo es compartir el tiempo y la cotidianidad con la persona que eligió y que comparte su opción de vida.
Prejuicios y mandatos
Sin embargo, esta mujer de hoy también debe sobrellevar y lidiar con los prejuicios de algunos sectores o grupos de la sociedad que consideran que es una persona "egoísta”, "sin instinto materno”, "material”, "incapaz de conquistar el amor de un varón porque es rebelde” o "tiene otra preferencia sexual”.
Yapur explica que estos prejuicios son producto de los mandatos sociales impuestos desde la familia, como aquel que indica que se tiene que formar un hogar, tener hijos, educarlos para autorrealizarse, contribuir a la sociedad y, ante todo, cumplir con su papel reproductor
Algunos de estos mandatos van más allá indicando que la mujer debe ser "tierna”, "cariñosa”, "suave” y "comprensiva”.
"Muchas madres educan a sus hijas con el temor de hablar fuerte o decir lo que piensa porque ningún hombre quiere una mujer así”, añade Hurtado.
Pero estos mandatos entran en total contradicción cuando se le encarga y recomienda a la hija mujer que debe estudiar y tener una profesión para ser independiente.
"También se le dice que debe tener el hijo para no quedarse sola. Ese discurso refuerza el mandato de ser madre, pero a manera de auxilio, de salvavidas, porque el hijo ya no es una carga, sino un salvavidas. Se manejan muchas contradicciones”, añade Yapur.
Una decisión personal
Rigliana Portugal, responsable de comunicación del Programa de Coordinación en Salud Integral (Procosi), opina que la decisión de procrear un hijo involucra una serie de retos y responsabilidades que tienen un común denominador: la decisión y el deseo de ser madre.
"Lo que no es admisible es entender a la maternidad como el resultado de una acción de mandato o imposición, porque implicaría la vulneración de los derechos fundamentales que tienen las mujeres como seres humanos”, sostiene.
Así, la mujer que optó por no ser madre está convencida de que no es "egoísta” y que el hecho de priorizar hoy sus objetivos personales no la convertirá en el futuro una "mujer amargada”. De la misma manera, no está preocupada por convencer a los demás de su decisión y no se preocupa porque su entorno crea que "por su forma de ser no encontró un candidato” para formar familia o que la "dejó el tren”.
"Si está segura, no pelea ante las presiones de los demás, no se enoja; simplemente recuerda que es su opción, que tomó esa decisión porque es una mujer libre”, afirma Hurtado
Es que esta mujer, tanto intelectual como sentimentalmente, está muy preparada y no llega a depender de una relación de pareja o del varón, concluye Yapur.

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