jueves, 24 de abril de 2014

Madres e hijas, en guerra



Que la reina y Blanca Nieves sean enemigas o que Rapunzel haya sido encerrada por su progenitora no solo es cosa de cuentos de hadas. A veces, las mujeres de la casa viven en conflicto, sobre todo cuando una de ellas atraviesa la adolescencia.

“La relación entre madres e hijas siempre ha sido una de las más complejas para la explicación psicológica. Es una relación bipolar de amor y odio”, explica la psicóloga Lizette Gallegos.

En la infancia, la niña tiene como referente a la madre. La idealiza, admira y muchas veces imita sus conductas y frases, fortaleciendo el vínculo emocional.

“Al ingresar la hija a la adolescencia, la madre pasa a ser el centro de todo malentendido o incomprensión, puesto que deja de compartir los gustos, ideales y referencias simbólicas de la joven”, dice Gallegos.

La especialista enfatiza en que aunque suene irracional, en estos casos, “ambas tienen la intención de herir emocional y sentimentalmente a la otra, lo más que pueden”.

Su colega Patricia Prada coincide en que la adolescencia es un momento en el que las hijas quieren construir su propia identidad. Darle la contra a la madre es parte de esa construcción. “Hay que impulsarlas a que hagan sus cosas. No hay que olvidar que la adolescencia coincide con la menopausia, por eso hay un choque, lo hormonal influye con los estados de ánimo”, agrega Prada.

La especialista recomienda que la madre tome conciencia de esta situación y trabaje consigo misma.

La página adolescentes.about.com coincide en que, de lo contrario, “la relación se convierte en un infierno que puede hacer sufrir, tanto a madres como a hijas y a la familia”.

Las recomendaciones de las especialistas apuntan a que la madre asuma una forma de educación consistente, sin manipulaciones y busque el diálogo, sin dejarse llevar por la emoción. La hija también debe hacer lo mismo.

La terapia también puede ser útil. “Cuando ambas pasan a un proceso de anulación entre sí, es necesario apoyo”, recomienda Gallegos.

Disciplina

Aunque sienta que es agotador y se multipliquen las quejas de la adolescente, la madre debe mantenerse firme con las normas que se hayan fijado sin ceder por miedo al desamor.

Interceder

El diálogo es importante para solucionar el conflicto. Si hay pelea cada vez que intentan hablar, un mediador imparcial puede establecer acuerdos.

Apoyo

Es importante que el padre respalde a la madre en el establecimiento claro de los roles en la familia. El tiempo también será clave para que colabore en la madurez de la adolescente y la resolución del conflicto.

Fuentes: Lizette Gallegos, psicóloga (2433573). Patricia Prada, psicóloga (70306058). Con datos de adolescentes.about.com.


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