domingo, 6 de abril de 2014

Castigar con azotes inicia un círculo vicioso de violencia

Los padres que dan azotes a los niños revoltosos quizá no lo sepan, pero están participando en un círculo vicioso que llevará a que den más azotes y a que los niños se sigan comportando mal en los siguientes años, sugiere un nuevo estudio.

Los investigadores querían resolver la vieja cuestión ‘del huevo o la gallina’ que hay en torno a la cuestión de la disciplina física en la infancia: ¿Dar azotes fomenta la agresión en los niños, o los niños que son agresivos por naturaleza simplemente reciben más azotes a medida que sus padres tratan de controlar su comportamiento?

La respuesta es sí a ambas cuestiones, afirma el autor del estudio, Michael MacKenzie, profesor asociado en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Columbia.

Así empieza

En los primeros diez años de vida de un niño, los azotes llevarán a un mal comportamiento en el futuro; pero el mal comportamiento actual también resultará en azotes en el futuro, según los investigadores. "Se puede ver como una escalada armamentística, en la que los padres se vuelven más coercitivos y el niño se hace más agresivo, y se quedan atrapados en este ciclo", dijo MacKenzie. "Estos procesos pueden empezar muy pronto, y cuando lo hacen hay continuidad a lo largo del tiempo".

Los hallazgos se basan en casi 1,900 familias que participaron en el Estudio de familias frágiles y bienestar infantil.

Las familias del estudio participaron en evaluaciones poco después del nacimiento de los niños y cuando éstos tenían aproximadamente 1, 3, 5 y 9 años de edad. Estas evaluaciones incluyeron preguntas sobre si los niños recibían azotes y hasta qué punto los niños se comportaban de forma agresiva y no acataban las normas.

El 28% de las madres que azotaron a sus hijos durante el primer año de vida aumentó hasta el 57% a los 3 años de edad y luego pasó al 53% a los 5 años de edad y al 49% cuando tenían 9 años

Las conclusiones y lo que se puede hacer

Aumento progresivo

En cada edad, los investigadores vieron que los niños con más problemas recibían más azotes a edad tardía. Eso indica que los niños difíciles fomentan el aumento del nivel de castigos.

Soluciones
Empezar con golpes en el primer año inicia el ciclo. En este momento los padres necesitan asesoría y consejos.

Con los bebés
Distráigalos del mal comportamiento retirándolos del escenario donde se está desarrollando el problema. Haga que cambien de actividad.

De uno a tres años
Mostrar desaprobación y sacarlos de la situación es efectivo. Palmearlos puede enseñarles que golpear a alguien está bien. Recompensarlos verbalmente por el buen comportamiento es más efectivo.

Desde los tres años
Dejar que piensen en un lugar apartado por pocos minutos y concentrarse en lo positivo. En sicología se llama ‘tiempo fuera’.

En la primaria
Involúcrelos en su disciplina. Con los adolescentes se pueden escribir reglas de lo que es o no aceptable y sus consecuencias.

Análisis

No existen los ‘azotes cariñosos’
Maribel Estaca / Educadora en Capacidades Especiales

Esto tiene que ver con el estímulo y la respuesta. Al azotarlos los bloqueamos, no les enseñamos que se deben pedir las cosas con cariño. Los condicionamos: “Si vos hacés esto, te golpeo”, entonces el niño asimila: “Me van a golpear”, y se convierte en rutina, por mucho que sea suave.

Hay que hallar formas de reprender.

A veces, durante las pataletas (rabietas) las mamás los golpean, cuando el niño solo quiere llamar la atención, no que lo golpeen. Hay que dejarlo, él va a reaccionar y se dará cuenta. Después hay que explicarles, porque los niños de esta era son inteligentes; tienen más respuestas que nosotros.

Estos son otros tiempos y hay otras necesidades. No existen los azotes cariñosos.

Lo que aconsejo incluso a quienes tienen niños con problemas de conducta violenta (como los que padecen esquizofrenia) es la llamada cariñoterapia, un enfoque desde la metodología de la ternura, desarrollado por Lidia Turner. Una actitud violenta es faltar el respeto a su cuerpo.

Estos conceptos se usaron con éxito en adolescentes privados de libertad en Qalauma (Bolivia) y en Mozambique


No hay comentarios.:

Publicar un comentario