domingo, 23 de febrero de 2014

Nutrición escolar saludable



Panchitos, pizzas, empanadas fritas, hamburguesas, galletas, dulces, chocolates, papasfritas, pipocas y nachos, además de gaseosas, son solo algunas de las opciones que los escolares tienen a mano en el quiosco de su colegio para comer a la hora del recreo y que tienen un alto contenido de grasas y azúcares, un bajo valor nutricional, pero un elevado aporte calórico.
Para la sicóloga Ingrid Saavedra, los hábitos alimenticios en los niños son una conducta aprendida, adquirida y muchas veces imitada, pues no se trata de establecerse regímenes por cortos periodos de tiempo, sino de tener un estilo de vida saludable y acorde con la etapa de vida que se atraviesa.

“Al igual que formamos el autocontrol en nuestros hijos, para evitar reaccionar negativamente, es importante fortalecer en sus mentes que la comida no debe llenar angustias, tristezas o vacíos. Es así que un niño se alimentará porque su cuerpo lo necesita y si le enseñamos a elegir sabiamente y educamos sus gustos desde pequeños, sabrá elegir lo mejor, aunque tenga curiosidad por comida poco nutritiva, movido por el entorno”, resalta.

Toda situación vivida desde el hogar, indica, el niño la reproduce en el colegio, todo lo que coma en casa, lo que compre por la calle, será habitual para un niño adquirirlo en la escuela.

Rol de los padres
A su vez, la nutricionista Rita Medina considera que los padres deberían involucrarse más con la alimentación de sus hijos y exigir a los colegios que cambien sus políticas con respecto a los productos que venden en sus quioscos, un tema que es muy preocupante, ya que los problemas de obesidad infantil y diabetes a temprana edad no son raros en nuestro medio.

Asimismo, agrega, deben informarse más acerca de los daños que ocasionan estos productos en el transcurso del tiempo, evitar y no fomentar el consumo de los mismos.

“Por ejemplo, las grasas trans están presentes en las galletas, en las frituras y en casi toda la comida rápida, siendo estas muy dañinas. Estudios demográficos han demostrado que las personas con una elevada ingesta de grasas trans presentan una mayor incidencia de enfermedades cardiacas”, explica.

Peligros de las grasas trans
Para Medina, las grasas trans son más peligrosas que las saturadas y esto se debe a que ambas no solo aumentan el nivel de colesterol malo en la sangre, sino también tienen la capacidad de reducir la concentración de colesterol bueno, que es el que protege de las enfermedades cardiacas.

Por otro lado, se cree que las grasas trans están relacionadas con la diabetes y que quizá propicien alergias en los niños, pero aún no hay nada definitivo. El Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sugiere que el único nivel seguro de grasas trans es el equivalente a cero.

El médico endocrinólogo Douglas Villarroel señala que los problemas de déficit de atención, ansiedad, individualismo, falta de comunicación y frustración en los niños pueden ser provocados por el exceso en el consumo de productos industrializados con altas cantidades de azúcares, aditivos y grasas insaturadas.
Es por eso que debe haber mayor atención y conciencia de parte de los padres, en la casa, y de los profesores, en el colegio, para ayudar a los niños a cambiar sus hábitos alimenticios.

“Los productos como las hamburguesas, los cereales comerciales con alto contenido de azúcar y la mayoría de los dulces provocan una ingesta mucho mayor a la establecida como máximo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ello deriva, además de los trastornos ya mencionados, en un aumento de la obesidad en los niños, lo que lleva al desarrollo de otras enfermedades como la diabetes, las caries dentales e incluso de algunos tipos de cánceres”, remarca.

¿Qué se debe hacer?
Para el galeno, los papás tienen que prestar mayor atención en la alimentación de sus hijos y proporcionales una cantidad más adecuada de frutas y verduras, en lugar de mandarlos a la escuela con alimentos no saludables.

Entretanto que los colegios deben incorporar, desde la etapa prescolar, información para que los niños y los adolescentes aprendan a seleccionar sus alimentos, realicen ejercicios y conozcan las consecuencias que ocasionan a largo plazo la mala alimentación y el sobrepeso.

Al igual que los padres, dice Medina, los maestros deben estar involucrados en la buena alimentación de los niños. “Debemos impulsar entre todos para que los cambios no sean solo en una institución, sino en el ámbito local y nacional, donde los gobiernos estén empapados del tema e interesados por trabajar en pro de ello”, resalta. A los chicos hay que explicarles de una forma adecuada los beneficios de una buena alimentación y los problemas que puede acarrearles comer de una forma insana.

En criterio de Saavedra, tanto los maestros como los padres deben trabajar en equipo para lograr que los niños adquieran buenos hábitos alimenticios, seleccionando las meriendas que estarán a la venta, o también en las que deberán traer para el recreo, orientando y siendo modelos de la selección de alimentos saludables. “No olvidemos que los niños necesitan atención, autocontrol, energía durante la hora de clases, y alimentos como chocolates, golosinas o azúcares procesadas afectarán su estabilidad en el colegio”, remarca.

La correcta alimentación

Lo ideal, insiste Medina, es que el niño coma una variedad y cantidad de alimentos para crecer saludable y responder a las responsabilidades que le impone la etapa escolar. Para ello, necesita una adecuada proporción de proteínas, hidratos de carbono, lípidos, hierro, calcio, vitaminas, etc. Estos elementos se encuentran en la variedad de alimentos que nos ofrece la naturaleza como leche y sus derivados, carnes rojas, pollo y pescado, verduras, frutas, cereales o legumbres.

Si llevan la merienda y vuelve intacta, hay que hablar con los niños para conocer los motivos. Puede ser por falta de apetito, y hay que solucionarlo con un especialista, o quizá porque comió algo que un compañero le invitó. Ahí surge el conflicto, ya que por más que lleven comida saludable, no van a querer, porque en el quiosco de la escuela existen productos que se ven mucho más apetitosos y todos sus compañeritos los consumen, y ellos se darán modos para obtenerlos.

Los padres, concluye Medina, pueden optar por no darles dinero a sus hijos y enviarlos al colegio con su merienda casera, aunque igual corren el riesgo de no comer y buscar otras opciones

Uno de los problemas es la comida ‘chatarra’
Rita Medina /Experta en nutrición
Uno de los problemas con los que deberán enfrentarse los padres es el de los llamados alimentos ‘chatarra’. Entre ellos se encuentran las golosinas, las gaseosas y la comida rápida, rica en hidratos de carbono y grasas. Esto no quiere decir que estos elementos deban estar vedados para los niños, lo cual causaría el efecto contrario de cualquier prohibición. Lo que se sugiere es que puedan ser tomados en ocasiones especiales y no en forma diaria.
Los niños tienen una especial predilección por ellos, dado que están sustentados por una enorme carga publicitaria, y están presentados de una manera que llaman su atención. Si usáramos las mismas técnicas para imponer los alimentos adecuados, la historia tendría un final diferente.
Una buena manera de evitar que los niños y adolescentes consuman gollorías y comida chatarra a la hora del recreo, es que no exista dentro del colegio ni en los alrededores este tipo de productos, ya que generalmente uno consume lo que ve y tiene a la mano.
Si los quioscos de los establecimientos educativos vendieran productos saludables, se los consumiría sin ningún problema. Por ejemplo: podrían vender compotas de fruta, sándwiches en pan integral con verduras, gelatinas light, ensaladas de fruta, yogur, etc. Existen muchos productos nutritivos y saludables que son muy ricos y les gustan mucho a los niños y adolescentes.

Cambios en el reglamento de los establecimientos educativos
El médico Douglas Villarroel plantea el cambio con el objetivo de que:

• Se realice una evaluación externa de las clases de educación física.

• Haya accesibilidad de las instalaciones deportivas aún después del término del horario de clases

• Se prohíba el empleo del ejercicio como método de castigo.

• Incorporen acciones que aumenten la cultura alimentaria (al menos una clase de 30 minutos por semana sobre hábitos de alimentación en todos los cursos).

• Se regule la calidad de los alimentos que venden en las escuelas.

• Se restrinja la venta de alimentos con mínimo valor nutricional o con un alto contenido de grasas en los establecimientos educativos.
Además, Villarroel dice que se deben implementar programas de educación para la salud en los colegios:

• Los profesores deberían recibir cursos de capacitación en promoción de la salud.
. Los docentes de educación física deben ser certificados sobre sus conocimientos acerca de los beneficios de la actividad física sobre la salud.

• Se tienen que implementar talleres en las clases en los que, los alumnos y algún experto en salud o nutrición, discutan acerca de la conducta alimentaria y el ejercicio.

• Los alumnos deben participar en clases de educación física por al menos 120 minutos a la semana, divididos en al menos dos días.

• Entre los alimentos disponibles para la venta en los quioscos de los colegios debería incluirse por lo menos dos tipos de fruta, la opción de jugos de frutas naturales, pan integral en los sándwiches y cereales. La leche que se utilice para los jugos, debería ser baja en grasa.

• Los colegios deberían incorporar profesionales de la salud y a los padres de familias o tutores en este proceso educativo.

• En caso de que la escuela cuente con una enfermera, esta deberá participar activamente en la implementación de este programa de control en los colegios.

Para tomar en cuenta
Paula Díaz /Nutricionista

Algunas recomendaciones
Hay que evitar. Que los niños consuman bebidas azucaradas y jugos naturales antes del almuerzo, ya que estos se llenarán fácilmente y no consumirán los alimentos que prepararon.

Cinco tiempos de comida. Son necesarios el desa-yuno, la merienda de la mañana, el almuerzo, la merienda de la tarde y la cena, distanciando cada merienda tres horas antes del almuerzo y la cena. Traten de que las comidas sean a la misma hora.

Dos tiempos en familia. Es importante que haya dos tiempos de comida al día en familia. Debe de ser en el lugar destinado para comer, evitando tener distracciones como la televisión enfrente o los videojuegos.

No dejarlos comer ‘snacks’. Si lo niños no quieren comer el almuerzo, o comen muy poco, ofrézcanles alimentos hasta la siguiente comida, no dejen que ellos solamente se pasen durante el día consumiendo ‘snacks’, puesto que llegará la hora del almuerzo o cena y no querrán probar bocado alguno.

Más vale un buen ejemplo que cien consejos. Es fundamental dar el ejemplo a sus hijos, ustedes son un modelo a seguir, así que si predican una alimentación saludable, practíquenla.
Se deben ofrecer algunas novedades. En el almuerzo ofrezcan nuevos alimentos junto con los que ya estén familiarizados o sus favoritos.

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