lunes, 13 de enero de 2014

Preadolescente cómo hablar su idioma



Se lo dijeron su madre, sus amigas, incluso su esposo, pero Georgina no quería dar el gran paso. Se rehusaba a comprarle sostén de principiante a su hija Belén.
“Solo tiene ocho años, ¿cómo creen que debe usar sujetador? ¡es una niña aún!”, recriminaba a cualquiera que hiciera el intento de tocar el tema. Pero no tuvo alternativa cuando el pediatra de la niña, después de una consulta de rutina, le recomendó que le comprara algunos y que empezara a hablarle de la menstruación.

Se le cayó el mundo. No porque no supiera cómo abordarla con temas embarazosos, sino porque la seguía viendo como a su bebé y temía que con comprarle una prenda íntima de adultos iba a abrirle la puerta hacia la adolescencia, la que prefería ver lejana aún.

Sorprendentemente descubrió que Belén moría de ganas por empezar a usar sostén. “Lo quiero en forma de top y mejor si es fosforescente”, le pidió, mientras le contaba que la mayoría de sus compañeras ya los usaban y se creían superiores por eso.

En sus épocas se hablaba de adolescentes y se decía que lo eran a partir de los 11 o 12 años. Entonces, ¿cómo es que se adelantaron tanto las etapas?

Leyendo y consultando con otras madres descubrió que Belén no era adolescente, pero tampoco una niña. Es una preadolescente. A partir de los ocho años las niñas, y los niños desde los 10, experimentan los primeros cambios.

Georgina compró sostenes principiantes a Belén y prestó más atención a las compañeras de esta. Comprobó con alivio que su hija prefería correr con sus compañeros y se aburría sentada junto a las chicas que “solo hablan sobre quién les gusta”, como le había confesado. Ahora su preocupación estaba enfocada en atender a su hija en sus necesidades, sin empujarla demasiado rápido a una conducta juvenil, quemando etapas.

Señales visibles
Para la sicóloga Paula Benedict hay dos tipos de señales: los cambios físicos que indican la acción de las hormonas sexuales (vello en el área de los genitales, axilas y rostro en los varones, crecimiento de los pechos, la menarquía en las niñas) y los otros cambios a nivel sicológico, como abandono de los juegos y juguetes que solían gustarles, aparición de intereses sexuales por otras personas, inicio de la oposición hacia los adultos, necesidades de mayor independencia, aparición de la vida privada y de la intimidad.

La sicóloga Ruth Pareja ubica a las niñas en la preadolescencia a partir de los ocho años y a los varones desde los 10. “Las señales visibles se relacionan con los cambios físicos, además hay mayor interés por la forma en la que se visten y el cuidado por no ser objeto de burla”.
Recomienda no alarmarse de que quieran establecer distancia con los padres, en el sentido de darles su espacio y de no asfixiarlos, pero tampoco hay que dejarlos al libre albedrío. Alerta que la ropa se vuelve muy importante para ellos y los recursos económicos de que disponen.

Dar el paso
“La mejor forma es irse informando con anticipación para hacer un buen seguimiento y comprender mejor a sus hijos e hijas, a la vez que disfrutar de cada etapa de ellos para poder tener una respuesta responsable y sensible a las necesidades evolutivas que se presentan”, recomienda Benedict, que aconseja: “Conocer, guiar, educar y formar son acciones indispensables, más en estas etapas”.

Según su experiencia profesional, Pareja dice que la madre es la primera que nota los cambios, pero que en su ausencia el padre o la abuela tienen que estar atentos y abordar el aspecto sexual. “Se tiene que hablar siempre de sexualidad, es aconsejable que desde la niñez se informe y guíe sobre este tema. Creemos erradamente que al hablar de sexo podemos acelerar en ellos un interés y no es así. Padre y madre tienen que abordar este asunto porque se complementan desde sus experiencias personales.

Hasta dónde hablar de sexo

Benedict asegura: “La información debe ser administrada con antelación a esta edad, las curiosidades sexuales se inician tempranamente, a los tres o cuatro años. Se debe formar y responder lo necesario para cada edad. En la preadolescencia es vital dar toda la información necesaria para que los jovencitos puedan aprender a tener dominio de sus cuerpos, para no tener miedos ni represiones que inhiban luego una vida sexual sana y plena. Al mismo tiempo se requerirá un trabajo de formación que apunte, sobre todo, a la prevención de las relaciones sexuales tempranas y de los embarazos precoces. Los temas de anticoncepción también deben ser incluidos en las charlas con los hijos. Hay que estar al tanto de la realidad y del entorno de los hijos; no negar la posibilidad de la precocidad sexual es una buena medida de cuidado. Es importante buscar y tener a mano material impreso y especial para estos fines, se debe elegir con cuidado para usarlo oportunamente”.
Pareja cree que hay que darles información, pero en función de las dudas que tengan. “Hay que preguntarles qué saben de sexo y darles información correcta para que tomen decisiones correctas”.

Miedo a adelantar etapas

Es totalmente normal que dejen de jugar a las muñecas o que empiecen a fijarse en el sexo opuesto. Para esta etapa Benedict recomienda introducir a los hijos preadolescentes hacia otro tipo de actividades lúdicas, como los deportes o la danza. “Sustituir el juego con muñecas por juegos de tipo social acordes con la edad es lo indicado. Generalmente el abandono de los juguetes y juegos infantiles es paulatino, solo que los padres a veces no son conscientes de ello o lo niegan. La mirada sobre pares del otro sexo suele ser parte del desarrollo normal, no se debe inhibir, se debe guiar y formar, indicando lo apropiado para cada edad”.

Pareja acota que para nosotros como padres el cómo están viviendo nuestros preadolescentes nos parece adelantado a como era en nuestros tiempos. “Lo que marca cómo es nuestro hijo es el entorno social. Lo que ellos necesitan es una buena orientación y establecimiento de límites para no dejarse llevar por un entorno adelantado. Es importante que como padres sepamos cómo es tener 13 años ahora, eso nos va a dar la pauta para saber hasta dónde vamos a establecer los límites”.

Autoestima
La pregunta del millón es cómo ayudarlos en esta etapa en la que la autoestima es su punto vulnerable. Al respecto, Benedict considera que los problemas de autoestima en muchas ocasiones se generan antes de la preadolescencia y se acentúan con ella, por ello será oportuno contar con el asesoramiento de un sicólogo para ayudar a resolverlos y mejorar los niveles de autoestima de los chicos o chicas que presentan dificultades.
Pareja hace notar que los preadolescentes tienden a copiar y a tener como modelos a sus compañeros que son líderes o a las figuras de la TV. “Cada uno debería tener su propia identidad.
No se le debe alentar a ser o a vestirse como el compañerito que es popular para que no se sientan mal, con esto no estamos fortaleciendo su personalidad ni afianzando su seguridad”.
Voto de confianza

“La confianza de los hijos hacia los padres debe haberse cultivado con mucha anticipación, padres poco participativos de los juegos infantiles y con escaso tiempo para dedicar a los niños tendrán dificultades para obtener la confianza de sus hijos en la preadolescencia y la adolescencia”, enfatiza Benedict.
Explica que los espacios de diálogo habitual deben establecerse como un ritual familiar para que los hijos adquieran la costumbre de hablar y de confiar sus preocupaciones a sus progenitores.

En cuanto al dinero, se puede establecer una pequeña mesada quincenal o semanal para que ellos aprendan a administrar y les permita algo de independencia (golosinas, salidas al cine, juntes con los amigos, crédito para los celulares). “Gastos mayores serán administrados por los padres de acuerdo con sus posibilidades”.
Pareja hace recuerdo que nuestra experiencia pasada no necesariamente va a ser igual a la experiencia de ellos ahora. “A partir de un conocimiento sobre cómo viven esta etapa en esta época, encontraremos una forma de llegar a ellos sin renunciar a los valores que son atemporales”

A DIFERENCIA DE LOS NIÑOS PEQUEÑOS

Los preadolescentes tienen una visión diferente

Miedo a algo más real. Miedo a los secuestros, asaltos y abusos de otros más grandes, en oposición a las cosas de fantasía (las brujas, monstruos, fantasmas).
Son más colaboradores. A menudo aceptan más tareas, como ayudar en la casa.

Se afianzan. Empiezan a desarrollar un sentido de autoidentidad, sentimientos de independencia y una opinión propia acerca de la moralidad.
Madurez. Comienzan a tener pensamientos y acciones más maduras y a experimentar limerencia (el amor).

Consciencia del futuro. Tienen un sentido más desarrollado de mirar hacia el futuro y ver los efectos de sus acciones (a diferencia de la primera infancia, en la que los niños muchas veces no se preocupan por su futuro ni por las consecuencias de sus actos).

Relaciones humanas. Las ven de manera diferente (captar el lado imperfecto y humano de las figuras de autoridad).
Mayor exposición a medios tecnológicos. Mayor exposición a la cultura popular: internet, programas de televisión, películas, moda, tecnología, música.

PAUTAS DE UN DESARROLLO NORMAL

Muy saludables. Desde el punto de vista físico, esta edad es la más sana. Casi nunca caen enfermos.

Riesgo de malos hábitos. Por otro lado, muchos problemas de su salud futura empezarán ahora (obesidad, fracaso escolar…)

Desarrollo del pecho. En las chicas, lo primero que se desarrolla es el pecho. Al principio puede ser asimétrico. No debe ocurrir antes de los 8 años. Si es así, debe consultar a su pediatra. El desarrollo completo dura unos 3,5 años en la mayor parte de los casos. El vello púbico aparece unos 6 meses o más después. Siempre puede haber excepciones dentro de lo normal.

Crecimiento testicular. (En los chicos) ocurre entre los 11,5 y 12 años (como término medio). Si aparece antes de los 9 años, consultar. El vello púbico suele aparecer 6 meses después. Hacia los 16-17 años tendrá genitales de adulto.

Ellas maduran antes. La maduración ocurre 1,5 a 2 años antes que en los niños.

Estirón. En esta etapa se produce un estirón. En las niñas el punto máximo es alrededor de los 12 años. En los niños el pico es más tardío. Su punto máximo es sobre los 14 años. Este dependerá de factores familiares (padres altos o bajos) y hormonales, entre otros.

Ostentan marcas como signo de poder
Paula Benedict /Sicóloga
Ruth Pareja /Sicóloga
Se pueden dar algunos gustos a los hijos preadolescentes según las posibilidades y la necesidad, no hay que olvidarse que el tema de las marcas por lo general es inducido por los mismos padres o por el entorno social donde se ostentan las marcas como un símbolo de estatus y de poder.
Es muy importante que las personas consuman productos buenos y durables, pero sin marca, o usar marcas de forma muy discreta y ocasional. Es demasiado frecuente que los hijos se conviertan en tiranos a la hora de usar cosas con marcas y que se sientan frustrados y disminuidos frente a otros por ese tema.
La educación para el consumo inteligente es vital para ser un ciudadano inteligente también. La autoestima y la seguridad personal nunca deben construirse sobre la posesión de objetos suntuosos ni caros, ya que se trataría de una falsa autoestima que ante la menor frustración o embate de la vida se vería afectada.
Además, nadie debe convertirse en un estandarte publicitario para ninguna marca.
Si en algún momento como padres no podemos satisfacer esas necesidades materiales, se va a generar un sentimiento de frustración que puede inducir a comportamientos delictivos a la larga.

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