domingo, 5 de enero de 2014

Los hijos preferidos ¿un mito o una realidad?



Marcos (28) desde pequeño ha sentido que su madre, Ángela, tiene especial inclinación por su hermano mayor, Juan (30), y siempre se lo echa en cara y le dice que ella solo tuvo un hijo y que él no cuenta para nada. Sin embargo, la mamá niega esta situación, indicando que no tiene un hijo preferido y que el cariño para ambos es igual.
No obstante, Marcos, no piensa lo mismo y siente que no recibió el cariño que él necesitó de parte de su madre y por ello, hasta ahora, tienen muchos problemas y desencuentros en ese sentido.
Este aparente favoritismo, dio lugar a que mientras Juan se formó profesionalmente y tiene un buen negocio, Marcos no estudió una carrera y, aunque cuenta con un trabajo, ha sido visto como el rebelde de la familia y la ‘ovejita negra’.

Hay preferencias
La existencia de un hijo favorito es algo que los padres en su mayoría niegan y responden que quieren a todos por igual. Sin embargo, por diversos trabajos científicos y estudios se ha llegado a la conclusión de que la preferencia de parte de los progenitores por uno de los hijos no es un mito sino una realidad.
Según un estudio dirigido por Katherine Conger, profesora de Desarrollo Humano y Estudios Familiares en la Universidad de California, el 65% de los padres y el 70% de las madres revela una preferencia por uno de sus hijos, la mayoría de las veces, el mayor.

Difícil ser equitativos
La sicóloga Lourdes Heredia considera que con bastante frecuencia se puede ver en las familias que siempre hay preferidos, ya sea por parte del papá o de la mamá; puede ser el hijo mayor, el menor, el del medio o darse también por afinidad de género con alguno de ellos.


Las preferencias pueden surgir por distintas razones, indica la especialista, ya sea por afinidad de caracteres. “Se mima más al pequeño y se le da más importancia, se confía en el mayor o se prefiere a la mujer entre varios varones o viceversa”, explica.

Para los padres resulta difícil ser equitativos en cuanto a dar cariño y atención a los hijos, dice Heredia, ya que cada retoño tiene sus propias características y necesidades; por tanto hay hijos que requieren más afecto y dedicación, mientras que otros son más independientes y seguros.


“No obstante, es importante que los padres sepan satisfacer las necesidades de cada uno de los hijos por igual. No se trata de tratarlos a todos de la misma manera, sino de saber dar a cada uno lo que realmente necesitan”, argumenta la terapeuta.

En competencia
En criterio de la sicoterapeuta Ingrid Ferrufino, cuando los padres expresan favoritismo por uno de sus hijos el hogar se convierte en una continua competencia, dejando de ser el espacio de acogida donde todos sus miembros se sienten aceptados y amados a pesar de sus diferencias.

“El adulo no es positivo para el hijo, ya que conlleva a este a tener una imagen distorsionada de sí mismo, actitudes egocéntricas, falta de identidad, inseguridad de sus capacidades y habilidades. Además, cargan con el peso de tener altas expectativas sobre sus hombros, producto de los ideales de los padres”, comenta.

Mientras tanto los hermanos del adulado que advierten tal situación, normalmente sienten la diferencia y reaccionan con rencor hacia los padres y el hermano, lo que puede prolongarse durante mucho tiempo y obstaculizar la armonía familiar, advierte.

Se despiertan los celos
La sicoterapeuta Ximena Castro opina que son normales los celos entre hermanos, dado que son emociones que todas las personas sienten alguna vez, pero eso no significa que sean saludables y más bien cree que la actitud de los padres es fundamental para evitar que esta situación genere conflictos mayores.

En este sentido, considera que lo peor que pueden hacer los progenitores es evidenciar las preferencias por uno u otro hijo, establecer comparaciones y ofenderlos delante del otro.
Para la sicóloga Liliana Zabala los celos no resueltos entre hermanos pueden arrastrarse hasta la vida adulta. Puede darse que ellos se peleen por herencias y que se quiten parejas porque desde niños no se llevaron bien. También se da el caso de adultos inseguros que lo son justamente porque desde niños sintieron que no fueron bien queridos.

En este sentido, señala que los padres deben detectar el problema a tiempo y cambiar de actitud para evitar conflictos en el futuro.

Manifiesta que existe diferencia entre el hijo preferido y el adulado, ya que el primero es generalmente el que ayuda y apoya en todo, mientras que el segundo es más bien el consentido y a quien no se le delega nada, pero se le da gusto en todo.

“En ninguno de los dos casos deben los padres inclinarse por uno u otro hijo, sino más bien ser equilibrados y darles el mismo cariño, tiempo y atención por igual. El adular o el preferir a uno de los vástagos genera que el clima familiar se vea deteriorado”, resalta.

La ‘oveja negra’
Heredia añade que a veces sucede que el adulado es la ‘oveja negra’ de la familia y el que recibe mayores privilegios en la casa, lo que provoca un distanciamiento cada vez más grande entre los hermanos por el trato desigual tan notorio e injusto a todas luces. Los padres les dan mayor atención con la esperanza de que éstos cambien, lamentablemente no siempre llega a suceder este cambio.
“Esto genera con mucha frecuencia altercados y diferencias que derivan en el rechazo hacia el adulado (a) de los padres, quienes no siempre están conscientes del daño que le provocan a la relación entre hermanos”, insiste.

Algunos consejos
Para evitar que el hijo se sienta menos que sus hermanos Heredia aconseja a los padres tener un tiempo exclusivo con cada uno de ellos, puede ser compartiendo un juego, una salida, o simplemente conversando, además que los padres deben estar atentos y disponibles para dedicarle un espacio a cualquiera de los hijos cuando lo requieran. Recomienda, en lo posible, evitar las comparaciones negativas entre hermanos, causante de resentimientos entre ellos y contra los padres.
Es importante, dice la sicóloga, darle un lugar justo a cada uno de los hijos y satisfacer sus necesidades, ofreciéndoles tiempo y atención, así se podrán evitar conflictos entre hermanos que pueden traducirse en agresiones verbales y hasta físicas

Recomendaciones

La sicoterapeuta Ingrid Ferrufino brinda algunas sugerencias para no generar conflictos en el seno del hogar debido al favoritismo por alguno de los hijos:

Culpabilizarse no sirve de nada. Más bien reconocer y valorar lo positivo de cada hijo, observar sus características como persona independiente, es una manera de manejar un trato justo y equilibrado en el entorno familiar.

Es inapropiado demostrar predilección sin cautela, haciendo una diferencia entre los hijos. Lo importante no es luchar contra un sentimiento innato y difícil de modificar, ni tratar de justificarlo, porque se empeora la situación. Lo que se necesita es tomar conciencia de esta situación y admitirla para equilibrar las conductas y evitar las injusticias.

Los excesos de amor por uno de los hijos no generan problemas en sí. Descuidar a los otros hijos o hacer un trato marcadamente diferencial y negativo es lo que tiene efectos nocivos en los chicos.

Las preferencias no son inmutables
Ingrid Ferrufino /Sicóloga
Hay una estratagema que llevamos impresa en nuestros genes para poder sobrevivir: Cuando nuestros antepasados estable-cían una escala de preferencia por los hijos, puramente instintiva, privilegiaban al que creían que tenía más probabilidades de esparcir la semilla (varones), mayor fortaleza, habilidad e inteligencia.
Algo similar sucede hoy en día, ya que muchos padres sienten especial predilección por aquellos hijos que son más carismáticos, fuertes y sobresalientes, ya sea en los estudios o en el deporte.

Las crisis de pareja, los problemas laborales o el estrés, nos vuelven más intolerantes con nuestros hijos y hacen que muchas veces tengamos mayor predilección por el hijo que es más dócil o el que es más parecido a nosotros o con el que nos podemos entender de mejor forma y más fácilmente.

Sin embargo, las preferencias de los padres hacia alguno de sus hijos no son inmutables, puede ser que haya momentos en los que se adule más al menor y después se alterne con aquellos hijos que estén pasando por algún problema, el que padezca una enfermedad o aquel que tenga alguna dificultad en el aprendizaje.

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