jueves, 12 de septiembre de 2013

Traiciones virtuales = traiciones

Eduardo estaba en la casa de su enamorada, no tenía su computadora y necesitaba revisar unos correos electrónicos, por lo que usó la de ella. Y mientras ella dormía, entró a Facebook. Sin embargo, terminó en el de su pareja, que no había cerrado sesión.

En vez de salirse, le ganó la curiosidad. “No aguanté –cuenta Eduardo– y revisé los mensajes. Me llamó la atención el tercero, lo abrí y no me gustó para nada. Eran mensajes muy morbosos con un tipo que yo no conocía; eran bastantes, y se hablaban desde hacía rato”.

Se puso furioso, pero decidió no despertar a su enamorada y esperar a que “se enfríe su cabeza”. “Lo único que hice a la mañana siguiente, fue decirle que si algún día le daban ganas de ponerme ‘cuernos’, que por favor me terminara primero. A la semana no aguanté, estaba muy nervioso y desconfiado, así que le conté”.

La pareja de Eduardo se molestó al principio, y luego le dijo que se trataba de un juego que usaba para sentirse deseada y que nunca se había visto con ese hombre. “Sin embargo –dice Eduardo–, me sentía traicionado y terminé la relación. Para mí fue una falta de respeto”.

Desde que existe Internet, y sobre todo las redes sociales, hay dos creencias respecto a situaciones como esta. La primera argumenta que, si es virtual, la infidelidad no existe; y la otra, que duele menos que la infidelidad física. Un estudio de la Universidad de Texas, no obstante, aceptó, no solo que la infidelidad cibernética existe, sino también que duele igual que la física.

ESTUDIO. Las investigadoras Jaclyn Cravens y Kaitlin Leckie usaron los datos del portal Facebook Cheating para determinar el efecto de la infidelidad on-line. Durante su trabajo, en la maestría de Terapia de Matrimonio y Familia, Cravens descubrió que muchos problemas se originaban en la infidelidad cibernética como resultado del uso creciente de las redes sociales.

Encontraron que muchas personas con relaciones monógamas intercambiaban mensajes sugestivos con otras personas en las redes sociales. Y que estos descubrimientos tenían un fuerte impacto emocional.

El psiquiatra y psicoanalista Ricardo Aponte dice que “antes de lo virtual existía la idea de que si la pareja pensaba en otro eso podía ser infidelidad. Y la red puso tangible la opción de ser infieles con la mente”.

“Estos contactos por medio de mensajes en una red social –agrega el psicólogo y sexólogo Laurent Marchal– pueden incitar una respuesta neurofisiológica de excitación y enamoramiento, que se presentan cuando hay un encuentro físico”. Por lo que apoya la idea de que la infidelidad virtual duele tanto como la física. “Implica un patrón de comportamiento donde hay engaños y se comienzan a ocultar acciones y datos. Eso crea una inestabilidad en la vida de pareja, igual que en la infidelidad física”.

Esto no quiere decir que una persona que sea infiel en el mundo virtual lo vaya a ser en el mundo real, concluye Aponte: “Esto es un poco como las drogas: ¿será que la marihuana abre la puerta para que las personas consuman otras? Pues para muchas sí, pero para otras no. Esto depende de cada persona y es un proceso de conocimiento personal”.

LAS COSAS POR SU NOMBRE. El psiquiatra y psicoanalista Ricardo Aponte piensa que cada persona sabe en qué se está metiendo: “Creo que hay que dejar de jugar con las palabras y saber realmente qué se está pretendiendo con lo que hace -dice-. Como muchas cosas en la vida, uno como persona sabe la intención de la acción. En este caso, sabrá si está buscando a alguien más por fuera de su relación, o si se trata de un accidente o un juego; debe saber eso sí, que todo juego es peligroso”.

OTRAS LÓGICAS. Las redes sociales han cambiado la lógica de entender las relaciones. La investigadora Jaclyn Cravens explica que “decimos que una relación es ‘oficial’ cuando la anunciamos en Facebook”.

Por ello se recomienda que las parejas hablen del comportamiento que van a tener en Internet y las redes sociales. El psicólogo Laurent Marchal explica que “se debe dejar claro qué está permitido y qué no. Es mejor sentar las reglas del juego.

Pero nadie se toma el tiempo de hacerlo, y cuando se presentan este tipo de situaciones no saben cómo reaccionar”.

En cinco pasos

Los investigadores idearon un modelo con cinco pasos, a partir de los hallazgos de su trabajo:

1. Señales de advertencia: se inicia con una corazonada o por comportamientos sospechosos de su pareja en Internet (aumento de contraseñas, limpieza constante del historial).

2. Descubrimiento de la infidelidad: la persona investiga con base en los hallazgos y encuentra que le han mentido.

3. Valoración de los daños: el individuo decide si lo que descubrió fue un irrespeto a la relación o no.

4. Actuación sobre la evaluación: algunos enfrentan a la pareja, mientras que otros se dan cuenta de que las pruebas no son suficientes y dejan todo así.

5. Actuación sobre la relación: algunos terminan la relación porque su confianza fue traicionada. Otros continúan, pero monitorean a su pareja. Los autores dicen que el paso que más cuesta es la valoración de los daños.


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