martes, 10 de septiembre de 2013

Los padres y las drogas

Los padres deben estar mejor formados e informados de la realidad del mundo, asintiendo que se debe ser padre o madre para toda época y los hijos nutriéndose del paradigma de sus padres, asimilando con docilidad la conducta y experiencia de sus progenitores, para luego, volar independientemente.

Uno de los problemas básicos radica en esta ultima sentencia, de los cuales, ambos : padres e hijos son culpables. Los padres que bajan muy rápidamente los brazos ante la arremetida de los hijos para conseguir día a día más libertad sin estar preparados convenientemente. Este proceso genera un libertinaje que es una puerta muy accesible a las drogas y otros vicios que, ante una estructura tan endeble se fijan las adicciones y las tendencias a ellas, concluyendo como resultado final que se producen mas adicciones que tendencias.

Es el factor de identidad de los jóvenes y de los padres que se debe fortalecer y cuanto antes mejor, debido a que la brecha entre la identidad de ser jóvenes y transformarse en padres, hoy, es muy corta, Consecuentemente, el tiempo que disponen los jóvenes de formarse y educarse y ser aptos para afrontar la peligrosidad de la vida en si, es dramáticamente estrecho.

Incontenible es este proceso, pero encauzable, si ambos protagonistas desarrollan su rol sin desmayos, en forma militante y con base en la autocrítica, elementos que conducen a un estado continuo de responsabilidad de roles. Lo fundamental es la constante vigencia del sentido de la vigilancia al nivel de progreso de las actitudes respecto al rol.

La sana autocrítica constituye el termómetro incorruptible de la vida porque lo más difícil es criticar ecuánimemente las actitudes propias y de los otros. Como en este artículo se trata de exaltar los valores y la energía de estos cuando se enraízan en las actitudes del ser humano, se desvelan, debido a la preocupación por la adicción de los jóvenes a las drogas, he aquí algunos datos que son verdaderamente espeluznantes: aproximadamente 18.8 millones de norteamericanos, cerca de la población mayor de 12 años, consumen drogas regularmente, pese a que la cifra es menor a la registrada en el año 2.000, 30 millones de norteamericanos mayores de 12 años han probado droga ilícita, el 90% de los adictos a las drogas consumieron marihuana o hachís, una tercera parte ingirió cocaína o tomó fármacos con receta médica sin razones de salud, cerca de un quinta parte de esa cifra usa regularmente LSD.

Estas cifras merecen una reflexión muy profunda para reconocer el valor de la educación y de la formación, así como el desempeño exito-so de los roles de vida, para no engrosar estas cifras macabras.

Además, al consumo del alcohol se engan-cha fácilmente el cigarrillo, hasta que deja de producir el efecto deseado....... “en casa se to-leraba fumar y beber y no significaba nada especial”. Ante tal situación donde no se introdujo el dialogo sobre los alcances perniciosos del alcohol y del cigarrillo, nomás casual que los jóvenes busquen algo mas motivante, pro-vocativo y cautivador que, por fin, llame la aten-ción de los padres. Y, a la vuelta de la esquina se produce el fatídico encuentro donde el joven experimenta su primera inhalación. Esta vivencia le abre las puertas a las mafias de las ca-lles, que, cuidadosamente se ocupan de pro-veer la substancia a incautos e inexpertos principiantes, y como el soporte emocional de los padres no llega, se inicia el consumo de la droga en ocasiones cada vez mas frecuentes, actuando ante los padres con normalidad pas-mosa, hasta que impensadamente se llega a una virtual adicción y que se enraíza en los jóvenes como contenido de vida.

Es humanamente imposible, salvo fortalezas espirituales consistentes, que los jóvenes después de una experiencia continua, hayan deci-dido por iniciativa propia quedar al margen de la poderosa incitación que les produce la droga.

Por ello se debe evitar la ausencia de dialogo en los hogares y la comunicación sostenida y la persuasión deberían ser factores de esclarecimiento constante en las edades críticas de los jóvenes.

Raúl Pino-Ichazo T., es Abogado Corporativo, escritor y autor del libro “ADIOS A LAS DRO-GAS” editorial CIMA.

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